17 de junio de 2015

Silencios

... De cuando el corazón dice tanto, pero los labios aún callan. De eso están compuestos estos silencios.

22 de mayo de 2014

Del alma y sus precauciones

Quisiera tener las mejores palabras a mano, para hilar las frases más luminosas para vos. Y entonces, intento.
Y de nuevo intento,
pero no. Intento, y no.
No es que no quiera. Es que busco, y no encuentro.
Las palabras hoy se me niegan.

O tal vez me susurran: Pensalo dos veces.

12 de abril de 2014

Corazon Silencioso

Y él despierta sin dormir, deseando en realidad dormir sin despertar. Pasa todo por dentro. 
Debe ser como albergar un tsunami en un pequeño estanque 
-si acaso pudiéramos siquiera imaginarlo factible-. 
Desde fuera, lo veo o creo verlo como fuerzas salvajes luchando dentro de un alma. Como cuchilladas, dentelladas, gritos, 
o más bien como un volcán que despierta, aún sin nadie notarlo; 
y por fuera, la misma mirada velada y distante. 
Me alejo para no quedar presa de la curiosidad que precede a caer en la trampa del pensamiento, que lleva tan rápido al dormitorio del sentir. 

Me alejo, aunque pienso: algún día alguien deberá siquiera asomarse a descubrir esa lava interior. 

Tal vez no me aleje tanto, 
para regresar pronto. 

7 de abril de 2014

En Medio de Todo

Alguien sube los peldaños de un autobús en silencio, sin despedidas. 
Alguien cierra una puerta. 
Alguien corre. Alguien se detiene un momento, y observa el escenario que acaba de dejar. 
Alguien irrumpe en una habitación. 
Alguien recuerda a alguien. 
Alguien olvida a alguien. 
Alguien ve el mundo vestido de primavera, y el cielo lleno de luz de luna. 
Alguien cierra los ojos para no ver. 
Alguien sube el volumen de la música, mientras camina. 
Alguien recibe un nuevo alguien en este mundo, le recibe ya sea con celebración o con aprehensión, con goce o angustia, ambos sentires dolorosos. 
Alguien se despide hasta siempre de alguien. Así es la muerte. 
Alguien sonríe. Alguien ríe. 
Alguien llora. 
Y en medio de todo, la vida sigue su curso. Y así será. 



1 de marzo de 2014

Inseguridad

Hay tanta inseguridad en las calles. 

La gente teme ser tomada por sorpresa, 
ceder ante un desconocido,
la gente teme ser lastimada, y con razón.  

Lo malo, es que al final 
se termina temiéndole a todo:
al televisor, al radio,  
a un sonido, a unas voces, 
a la lluvia, al ring del teléfono,
a los emails, las canciones y los mapas. 

Hay tanta inseguridad en las calles del alma.


16 de febrero de 2014

Carta del Sub. Marcos a Sabina

Don Sabina:

Yo sé que le parecerá extraño que le escriba, pero resulta que me duele la muela y, según acabo de leer, usted camina ahora por estas tierras que, mientras no acaben por venderlas también, siguen siendo mexicanas. Entonces pensé yo que, aprovechando que me duele la muela y que usted camina ahora bajo estos cielos, pudiera yo escribirle y saludarlo e invitarlo a echarse un "palomazo" con el Sup (a larga distancia, se entiende).

¿Qué dice usted? ¿Cómo? ¿Que qué tiene que ver el dolor de muelas con el "palomazo"? Bueno, tiene usted razón, debo explicarle entonces la muy extraña relación entre el dolor de muelas, el que usted camine por estas tierras, la larga distancia y una muchacha. No, no se sorprenda usted de que ahora haya aparecido una muchacha. Siempre aparece una, vos lo sabés Sabina.
Bien, resulta que cuando yo pasaba por esa etapa difícil en que uno descubre que ya no es más un niño y tampoco alcanza a ser un hombre (esa etapa, vos lo sabés Sabina, en que las féminas se transmutan de molestas a interesantes y hay que ver la de problemas que esto provoca), conocí a un viejo que, sin que se lo pidiera, decidió que tenía que darme un consejo sobre esos seres incomprensibles pero tan amables que eran, y son, las mujeres. "Mira muchacho" me dijo, "la vida de un hombre no es más que la búsqueda de una mujer. Fijate que digo 'una mujer' y no 'cualquier mujer'. Y por 'una mujer', muchacho, me estoy refiriendo a una de 'única'. El problema está en que el hombre siempre queda con la duda de si la mujer que encontró, si es que encuentra alguna, es esa 'una mujer' que estaba buscando. Yo ya estoy viejo y he descubierto una fórmula infalible para saber si la mujer que uno encontró es la 'una mujer' que estaba uno buscando." El viejo carraspeó y me confió: "Si tu le dices a una mujer que te duele una muela y ella, en lugar de mandarte al dentista o darte un analgésico, te abraza y deja que recuestes la mejilla en sus pechos, entonces, muchacho, esa mujer es la 'una mujer' que andabas buscando". Yo me quedé perplejo, pero como quiera tomé nota de la fórmula. A mí nunca se me había ocurrido que debía pasarme la vida buscando una mujer. A mí se me ocurrían cosas más concretas y factibles, como ser bombero, conquistar el mundo o construir un avión que se controlara solo con el pensamiento. Respecto a las mujeres, yo me tenía en muy alta estima y estaba más propenso a que esa "una mujer" me encontrara a mí, que a buscarla yo. A mí ni se me ocurrió que la fórmula estuviera mal. Así que achaqué mis primeros fracasos a la falta de autenticidad en mi dolor de muelas. Con clips y palillos, después de una paciente labor de meses, logré picarme dos muelas con tanto éxito que tuve que acompañar la estrategia con una fuerte dosis de antibióticos. Repetí la fórmula, ahora con la confianza de saberme auténtico, y los resultados siguieron siendo magros. Así hubiera seguido adelante, acabando con mis muelas, si no es porque, ya adolescente, encontré a otro viejo que, cruel, me dijo: "Tu problema está en la cara. Más bien en tu nariz. A los feos, las muchachas no les hacen caso, a menos que sean cantantes".

"¿Cantantes?" Bueno, esta nueva fórmula les daría reposo a mis muelas (que por lo demás ya estaban definitivamente destrozadas). Claro que el problema entonces era saber qué se necesitaba para ser cantante. Después, escuchando canciones, me di cuenta de que el problema era mayor, ya que una cosa era ser "cantante" y otra más difícil era ser "cantautor" o "canta-autor" (vos lo sabés Sabina). Entonces hice trampa, es decir, escribí algunos poemas (o como se llamara lo que escribía) y dejaba siempre pendiente la música.

Resulta que (vos lo sabés, Sabina) hay ahora una muchacha que está demasiado lejos y entonces pensé que usted, Don Sabina, podría echarme una mano y una tonadita (mire que no es lo mismo pero pudiera ser igual). Y usted podría echarme una mano si me permitiera tutearlo y, cómplice como ha sido antes sin saberlo, fingiera usted que nos conocemos desde hace mucho tiempo y que, por tanto, es perfectamente natural que usted reciba una carta del Sup redactada en los siguientes términos:

"Sabina (sí, ya sé que te desconcierta este inicial e irreverente tuteo, pero tú compórtate como si tal cosa): He trabajado arduamente en los últimos días en la letra que me encargaste para tu nueva canción (Vamos, quita ya esa cara de espanto! Ya sé que no me has encargado ninguna letra para ninguna canción, pero sígueme la corriente para despistar al enemigo) pero ha sido inútil. No me sale nada original. Así las cosas, busqué en el cofre del pirata y solo encontré un viejo y mohoso poema, que no es tan viejo y tal vez ni a poema llegue, que te puede servir si le das un poco de aliño. Es ideal para ponerle música y escalar con velocidad el "hit parade" internacional (no me preguntes si para arriba o para abajo), pero tú ya sabes que a nosotros los artistas (sigue fingiendo demencia, no denotes la menor sorpresa) no nos importa la fama (bueno, no mucho). En este caso particular, a mí solo me interesa una muchacha que está demasiado lejos para que pueda yo musitarle al oído este poema y arrancarle así, vos lo sabés Sabina, una sonrisa o una lágrima. El poema dice, más o menos, así:

"Como si llegaran a buen puerto mis ansias,
como si hubiera donde hacerse fuerte,
como si hubiera por fin destino para mis pasos,
como si encontrara mi verdad primera,
como traerse al hoy cada mañana,
como un suspiro profundo y quedo,
como un dolor de muelas aliviado,
como lo imposible por fin hecho,
como si alguien de veras me quisiera,
como si, al fin, un buen poema me saliera.
Llegar a ti."

La tonadita puede ir más o menos así: tara-tarara-tararira-etcétera, vos lo sabés Sabina. El título de la canción podría ser "Canción para una muchacha que está demasiado lejos", o "Un dolor de muelas para ella", o "Un dolor de muelas, Sabina, la larga distancia, una muchacha y el Sup". En fin, ya se te ocurrirá algo. El crédito puede ser "Letra: el Sup. Música: Joaquín Sabina", o "Letra y música: Joaquín Sabina (a petición del Sup)" o como quieras. Vale.
Salud y ojalá ella entienda... El Sup."

Esa podría ser la carta que usted recibiera y aceptara, Don Sabina. Y todo esto viene a cuento porque estaba yo solo, con mi dolor de muela y leyendo que usted camina por estas tierras. Entonces pensaba yo que usted, tal vez, estaría de buen humor y magnánimo y que podría contarle yo la historia de los dolores de muelas, mi frustrada carrera como cantautor y una muchacha que está demasiado lejos.

Vale. Salud y ya sabe usted, si le sobran por ahí un analgésico o una tonadita, no dude en mandármelos. Ambas cosas se agradecen en este asfixiado pecho que le escribe...

Desde las montañas del sureste mexicano.
México, octubre de 1996

13 de febrero de 2014

Mi Valiente

Regalo chocolates porque sí, no por un día en particular. En realidad, regalo pocos, y como algunos más. 
No sé si fue un santo y si realmente se llamó Valentín. 
Y no me emociona saber que en algún momento de la historia, dos se casaron en secreto, gracias a un buen hombre que ya sea por creer en el amor "a pesar de", o por un arrebato emocional, ofició la ceremonia. 
No me identifico con San Valentín, pero sí con la connotación de ese nombre. Y es precisamente eso, lo que me trae a la memoria del corazón a alguien especial. Alguien que no tiene ese nombre, pero lleva sobre sí su esencia. 

El que se atreve a querer de mí lo lindo y lo menos lindo. Y soporta lo insoportable de mí. El que sigue abrazándome al pasar el tiempo, y al pasar las idas y vueltas. El que atraviesa montañas de ocupaciones, mares de sueño, vientos de susurros, para llegar al puerto de mis pensamientos, desde los suyos. 
El que da amor disfrazado de cariño, y escucha mis penas, y busca ayudarme. Que combate conmigo contra las sombras enormes de mis propios miedos. El que me ha pensado como yo a él. El que tiene el valor de dar sin esperar a cambio. Es mi Valiente. 
Y celebro su día, a mi manera. Y le digo: Es tu día, Felicidades. 
Y ambos sonreímos, viéndonos.


9 de febrero de 2014

Mi Voz

Me gustaba oír mi voz. A solas, hablaba ensayando diferentes acentos, o lo que creía que se aproximaba a ellos. Cantaba escuchando las tonalidades, vibratos, falsetes de mi voz. Esperaba con ansias el momento de estar sola en la casa para silenciar la música y escucharme a mí misma al fin. Oía, reía. 
No recuerdo cuánto me duró ese deseo incontenible de saberme, de conocerme de esa manera, escuchándome. Deseo que además era soñar en voz alta, crear mundos sólo para mí, volar sobre cielos sólo míos. 

Serán los gentilicios del diccionario, serán las mediciones de los registros vocales, los mundos establecidos en los mapas, los cielos que ya poseen itinerarios de vuelo. Será el listado de "Significados de los Sueños" que exhiben los vendedores de loterías. Serán las realidades que hacen olvidar lo que soñaste. Será la nómina de lo posible, que debe tener una cláusula tácita que rezará algo como: "Lo imposible, efectivamente, es imposible". Será la suma de un poco o de todo esto, pero ahora no me gusta oír mi voz. 
O será que me suena ajena, desconocida. O desprotegida de sueños. 

Pero me atrevo a desear volver. Volver a buscarme, a reencontrarme y a desear que se oiga mi voz. A desear paisajes nuevos, a dejar de temer a lo desconocido, a lo por vivir; a desear volar sobre cielos abiertos. 
Luego de mucho tiempo, me quedo a solas conmigo, y apago la música. Y contengo la respiración un momento, al escuchar nada. Casi puedo creer que escucho los latidos de mi corazón. Respiro hondo, 

y abro mi boca 

14 de diciembre de 2013

Autor: Ulises Oyarzun

Buscamos pastor... Han llegado algunos currículums.
Pero ninguno esta a la altura.
Llegó Noé, pero el desubicado se emborrachó y quedó desnudo tirado en su parrón.
Un tal Abraham también escribió, pero supimos que abandonó a la Madre de su primer hijo y a ese niño en el desierto, además es un mentiroso que le dijo a un Rey que su esposa era su hermana.
Un tal José nos escribió, pero tampoco nos parece un buen ejemplo ya que su esposa ni siquiera es creyente de nuestra fe, es una pagana hija de un sacerdote egipcio.
Nos llegó el currículum de Moisés, pero no nos parece un buen ejemplo, no sabemos bien que pasó con su esposa y sus hijos, pero nos llegó noticias de que es un hombre de segundas nupcias.
Matrimonio del cual sus hermanos no estuvieron de acuerdo.
Samuel el profeta nos escribió pero tampoco nos parece un buen ejemplo, pues sus hijos no siguieron el camino de su Padre. Eso es un mal precedente, pues queremos a un pastor que tenga a sus hijos en sujeción.
Otro que nos escribió fue un joven guerrero llamado Jonatan. Pero hemos sabido que su Padre está muy preocupado y ya han discutido varias veces por su amistad tan singular con otro jovencito judío. 
Rechazamos inmediatamente la petición de David, pues es injustificable y no damos segundas oportunidades a un tipo que como él , se mete con una chica casada y manda a matar a su esposo.
Daniel nos parece un buen joven, pero estudió en la universidad liberal de Babilonia, además se nos dice que es eunuco y todos sabemos que tipo de vida llevan ellos.
A los otros que rechazamos al instante fue a Elías y a Jeremías. Tenemos antecedentes de que han sufrido depresión. Eso nos parece desafortunado, pero no queremos exponer nuestra comunidad a personas tan inestables como ellos.
Jonás nos parece tan desagradable como persona, es tan ácido, que ni el pez lo aguantó y lo vomitó.
Un tal Pedro nos escribió pero no nos gustan los comentarios que hemos recibido, negó a su amigo en un momento crucial, además que un colega de Él llamado Pablo lo confrontó delante de algunos, por discriminar a creyentes de otras etnias.
Saulo de Tarso y Timoteo no pueden ser pastores porque son solteros y nuestros estatutos dicen que sólo pueden ser pastores hombres casados.
Tomás tampoco nos convence, nos han llegado comentarios que no es un tipo convencido de lo que cree.
Hasta nos llegó una solicitud de un maestro joven llamado Jesús de Nazaret.
Lo que nos complica de Él, es su nacimiento tan irregular y comentado. Además no estudió en nuestro seminario teológico y nos parece muy liberal. Pone a las personas y sus necesidades por sobre nuestros estatutos, además que se junta con pecadores, nos preguntamos donde está su testimonio como siervo de Dios... Además sus enseñanzas nos dejan perplejos, nos dicen que no cree en las jerarquías, que según Él los líderes no deben mandar a la gente y que no debe haber separación entre laicos y sacerdotes. Eso echaría abajo nuestro cuerpo de pastores. No, no, no... Muy liberal ese joven!!!!

Pero encontramos a un excelente candidato. Es de confianza, sabemos que ha sido nombrado tesorero varias veces de distintas organizaciones, es un hombre con ambiciones y de espíritu emprendedor, preocupado de los pobres.
Ya lo contratamos, su nombre es Judas Iscariote. Nuestro hombre!!!

29 de julio de 2013

Proximidad

Proximidad es la palabra que cuadra mejor: el resto son sentires.
Son las pausas de mi propia respiración para escuchar la tuya.
Son las inflexiones de tu voz, o son los ecos de ella que siguen resonando.
La tensión suave de mis cabellos esperando tus manos. El aleteo de colibrí de mis pestañas casi presagiando que regresa el recuerdo de tu rostro tan cerca del mío en ese instante que precede al beso (Y no un beso corriente y sumatorio, sino aquel beso detenido, cuidadoso, delicado como besaría el Principito a su rosa). Parpadeo, y el presagio se cumple como cada día y noche, como cada vez. Y regresas cada vez acaso más corpóreo, más real mientras el tiempo sigue andando.
Definitivamente, Proximidad es la palabra. Dolorosa y extraña proximidad. Dolorosa per se, y extraña porque en el universo de los bles -tangible, mesurable, inconmovible y otros- sigues como siempre has seguido, a kilómetros luz, luces y millas de vuelo de aquí.