Y él despierta sin dormir, deseando en realidad dormir sin despertar. Pasa todo por dentro.
Debe ser como albergar un tsunami en un pequeño estanque
-si acaso pudiéramos siquiera imaginarlo factible-.
Desde fuera, lo veo o creo verlo como fuerzas salvajes luchando dentro de un alma. Como cuchilladas, dentelladas, gritos,
o más bien como un volcán que despierta, aún sin nadie notarlo;
y por fuera, la misma mirada velada y distante.
Me alejo para no quedar presa de la curiosidad que precede a caer en la trampa del pensamiento, que lleva tan rápido al dormitorio del sentir.
Me alejo, aunque pienso: algún día alguien deberá siquiera asomarse a descubrir esa lava interior.
Tal vez no me aleje tanto,
para regresar pronto.
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